Macri escogió cuidadosamente su enemigo en la apertura de sesiones legislativas ordinarias. Hizo aquello que le desaconsejaba públicamente el consultor ecuatoriano.
Política pura y dura de la más clásica, dejó atrás al consultor ecuatoriano para echar mano a Carl Schmitt, un gran clásico de la ciencia política cuyo mantra principal es que “la distinción propiamente política consiste en la distinción entre el amigo y el enemigo”.
La distinción propiamente política consiste en la diferenciación entre el amigo y el enemigo.
Polarizando con CFK se metió de lleno en el campo de combate con alguien que también disfruta de la lectura de aquel Founding Father de la ciencia política moderna.
Como decíamos en una nota anterior, la estrategia de polarización con el kirchnerismo es un mecanismo de administración de la interna peronista.
Alargándole la vida a CFK, Macri mantiene la interna del peronismo repartida y retarda el natural proceso de renovación partidaria cuyos referentes, caso Sergio Massa, desean dejar atrás rápido el pasado y encarar de lleno la discusión propositiva.
La estrategia de polarización con el kirchnerismo es un mecanismo de administración de la interna peronista.
De la mano de Carl Schmitt, el slogan de campaña macrista “ahora más juntos que nunca” quedó bien en el pasado. Bienvenido al barro de la política.