Un prejuicio común impulsa a algunos colegas a explicar las decisiones electorales de los dirigentes políticos como el resultado excluyente de cálculos de opinión pública, análisis de grupos focales, big data y demás yerbas. Por el contrario, un preconcepto no menos habitual, estimula a otros colegas a interpretar dichas determinaciones como la consecuencia de impulsos, caprichos, preferencias personales o tics de los diferentes líderes políticos. LEER MAS
